La industria minera ha experimentado un notable descenso de la productividad en las dos últimas décadas. Aunque se ha producido una cierta reactivación de los índices de productividad en los últimos años, la productividad global sigue siendo un 25% inferior a la de mediados de la década de 2000, según McKinsey. Este descenso de la productividad puede atribuirse a la reducción de la eficacia operativa, al rendimiento subóptimo de los activos, a la escalada de los costes de combustible y a unos resultados incoherentes en materia de seguridad y medio ambiente.
La transformación digital se presenta como una solución potencial a estos retos fundamentales, prometiendo ofrecer mejoras fundamentales tanto en las métricas operativas como en las de comportamiento. Al abordar estas cuestiones, la transformación digital podría generar un valor anual superior a 100.000 millones de dólares mediante la disminución del mantenimiento no programado, el consumo óptimo de combustible, piezas y mano de obra, la reducción de las indemnizaciones por accidentes laborales y la generación de compensaciones de carbono, entre otros beneficios.
Estos avances son posibles gracias a soluciones digitales que ofrecen a las empresas una visión global de sus operaciones. Estas soluciones pueden analizar grandes cantidades de datos para ofrecer una visión global, al tiempo que permiten a los gestores profundizar en cualquier pieza del equipo de una mina gracias al IoT, garantizando una respuesta rápida a cualquier problema.
Sin embargo, dos importantes obstáculos impiden a menudo que estos beneficios se materialicen plenamente:
La lucha de las empresas mineras por consolidar los datos. Los directivos se ven bombardeados por datos heterogéneos en formatos propietarios de varios proveedores, normalmente fabricantes de equipos originales, así como por datos no legibles por máquinas. Además, estos sistemas suelen ser locales, lo que dificulta su aprovechamiento para análisis avanzados.
El problema de la mala conectividad, que obstruye el flujo de big data y el análisis en tiempo real. Muchas minas están situadas lejos de la infraestructura de banda ancha, lo que hace físicamente imposible o económicamente poco práctico transferir big data a una nube. La conectividad continua de los vehículos mineros es aún más difícil, sobre todo cuando salen con frecuencia del emplazamiento de la mina.
La clave del éxito de la digitalización de la industria minera es adoptar un enfoque global, basado en tres elementos fundamentales:
Tecnología que pueda consolidar la alimentación de diversos sistemas de datos de equipos e, idealmente, documentos no estructurados o mal estructurados procesados por IA (PNL).
Dominio de varias tecnologías de transferencia de datos (Wi-Fi, BT, SAT, móvil, LTE privado, etc.). Las empresas pueden optar por intercambiar constantemente datos vitales con un transportista vía satélite de bajo ancho de banda, al tiempo que recogen datos adicionales no esenciales para almacenarlos y sincronizarlos en un campamento minero con una red Wi-Fi o LTE privada conectada a Internet vía satélite de banda ancha o fibra óptica.
El Edge Computing puede ayudar a las empresas a reducir significativamente los costes de tráfico preprocesando los datos antes de subirlos a la nube. Esto es especialmente útil en situaciones con poco ancho de banda disponible, ya que se convierte no sólo en una consideración económica, sino también en una necesidad tecnológica.
Este triple enfoque puede ayudar a superar los obstáculos a los que se ha enfrentado el sector minero en su camino hacia la digitalización. La aplicación simultánea de estos tres elementos podría allanar el camino hacia una industria más eficiente y sostenible.